LecturAma (XVI)

 

FOTO ABUELA

 

Abuelauschwitz

 

Los ancianos del asilo Villaceniza, preparan sus disfraces para el Baile de Carnaval. Igual que niños pintan, recortan cartulinas, pegan o cosen bordes de tela para confeccionar trajes de fieras, arlequines y piratas. Los más osados se las ingenian para verse convertidos en el mapa del tesoro, la isla tropical o un atardecer egipcio. Novecento, sin separarse del andador articulado, asegura que se transformará en un alienígena verde. Una careta con abrigo negro yace inmóvil en lo alto de una silla. Se oyen risotadas. “Esto es una comedia que todavía no ha llegado al colmo”, se dice Abuelauschwitz entretenida en colocarle a su media máscara veneciana, la prominencia de una nariz que recuerde el pico de un ave. El ambiente es festivo. La puerta se abre dando paso a nuevos disfraces. Una explosión de risas y alegría se despliega ante el desfile de una comitiva ataviada con militares insignias del III Reich. “Heil Hitler”, saludan con movimientos de brazos a la despótica clonación, cuyo bigotito se levanta con totalitarismo sobre una boca que no admite réplica. La caracterización “Crematorio para quien carezca de ojos azules y pelo rubio”, impresiona hondamente a Abuelauschwitz. Olvidando la broma inicial, palidece. Con ojos congestionados pide auxilio, a la par que corre desesperada hacia la izquierda de la sala. Desorientados, bromas y burlas cesan cuando la anciana se desploma en el suelo. Era ya de noche cuando Abuelauschwitz, encarnada en aquellos esqueletos humeantes promete, al desvelado yeso de luz ignota, recuperar esa tez del descendente reguero de la memoria.

Relato del libro Diecinueve o Veinte líneas

Comparte esto: